Por azares del destino y tras no encontrar otro sitio donde dormir a un cutre-precio, acabamos en esta ciudad de la que no habíamos oído hablar jamás. Sabíamos que viajar sin plan preestablecido tiene sus contras. No hay problema, tomemos una cerveza.
A veces creo en el destino, otras creo que es otro recurso más a la hora de ligar.
En fin, tras caminar 200 metros nos encontramos con el Festival de Nueva Orleans de Perigueux (o como se escriba) Aquí su web. Por lo visto durante estos días traen a músicos de blues y jazz de Francia y Nueva Orleans y se montan conciertos en cafés y en la calle. Y allí estaban, unos musicazos tocando en la calle delante de una marroquinería (creo) en frente a un bar, y yo, en la gloria. Me encantan los buesman de voz desgarrada, siempre que escucho blues “clásico” en vivo no puedo evitar pesar en lo cerca qeu está del flamenco, el mismo quejío pero en inglis….
También conocimos a Frankie, que nos habló de Madagascar y cómo la gente no se suele acercar a él por las pintas que lleva, o eso entendí. Hombre Frankie, si vas con tus tatuajes, tu borrachera (o francés hablado muy raro, que también puede ser) y guiñándole el ojo a todo el que se para a hablar contigo, qué quieres que te diga…
Nos invitó a dormir a su casa, pero entre que ya teníamos hotel y que no se le quitaba el tic del ojo, declinamos su amable oferta. Dice que escribirá y que más me vale contestar.