Ayer decidimos plantarlo, nos pareció el día perfecto.
Finalmente dejamos el original donde estaba, en tu casa. Yo quería llevármelo, pero Andy me dijo que los rosales viven unos 25 años y pensé que, uno tan mayor, ya se habría acostumbrado a su entorno y a sus amigos y conocidos y que querría quedarse ahí. Me gustó la idea de que algo tan tuyo quedase luciendo en aquel lugar y dejé de molestar a los actuales dueños de la casa.
Como dice el Pater, a veces es bueno empezar otra vez de cero.
Fue un acto simple, sincero, sin fuegos artificiales, creo que lo hubieses querido así, nunca te gustó ser el centro de atención. Por eso el álbum de fotos que tengo de ti parece más un tríptico…
Como cada cuatro de mayo vinieron los recuerdos, me lamenté una vez más de los errores cometidos y de que no pudiese apenas disfrutar de ti en mi vida adulta.
Nunca viste en la persona en que me he convertido, ni supiste qué carrera elegí después de aquella reprimenda sobre mi vida de mínimo esfuerzo, ni viste uno de mis conciertos, ni la conociste a ella. Te habría encantado, como me encanta a mí con ese optimismo indestructible que le nace. Habríais pasado largas horas hablando de arte y de libros clásicos que yo probablemente nunca leeré.
He imaginado largas noches hablando de filosofía y del sentido de la vida, escuchando tus vinilos de los Beatles, discutiendo de política, aprendiendo cosas de Nana, de los años sesenta en la universidad, tanto…
Sé que me perdí mucho de ti, pero me llevé mucho también. Según han ido pasando los años siento que, en esa habitación de la sexta planta, me diste la madurez para afrontar todo lo que ha venido luego. Me diste parte de esa entereza inglesa para simular que nada me afectaba y que ayudó a que, tras el derrumbamiento, al menos quedasen los cimientos sobre lo que construir algo parecido a una familia.
Creo en el destino y en las coincidencias curiosas de la vida. Del dolor por perderte nació mi primera canción, algo que ni me planteaba que podía hacer ya que ayudó a que me convirtiese en una especie de “cantautista” durante algunos años. Sí sí, tu hijo menor, el que estaba más orientado hacia las ciencias. Tomé tu apellido para mi “nombre artístico” como agradecimiento y es el nombre que todavía utilizan algunos de mis amigos para referirse a mí. Pensé que te gustaría saberlo.
Me costó mucho transplantarlo, perdona, para algunos trabajos manuales soy un desastre. Terminé, apelmacé la tierra y lo regamos. Sara asegura que sobrevivirá, ya te lo dije, optimismo puro. Yo no lo tengo tan claro, pero no importa, importa el gesto, la memoria, el símbolo. Y eso quedará en mi jardín y en mí muchos años, espero que hasta el día en que uno de mis hijos plante un rosal en memoria mía.
Te quiero,
Danny