Vino a Madrid a buscar una guitarra, sus manos le están matando y busca una con mástil más estrecho, más cómoda.Ofrecerme a mí la opción de ir a probar guitarras es como pedirle a Pocholo que evalué distintos tipos de cocaína; así que estuvimos toda una tarde en varias tiendas, yo salivando delante de todo tipo de Gibsons, L’arrivee, Martins…el paraíso debe ser algo así.
Agustín intentaba expresar con palabras lo que sus manos sentían al tocar cada guitarra y a mí me costaba asumir, una vez más, que mis manos tienen razones que mis bolsillos no entienden ¿o no era así? En fin, Agustín ha terminado por pedir una guitarra hecha a medida, si es que siempre ha habido clases 😀
Cuando las tiendas cerraron estuvimos arreglando el mundo en un bar. Yo insistía en que no es bueno esperar siempre a un momento mejor para hacer algo. Está claro que siempre se podrán hacer cosas mejores, siempre podrás escibir una canción mejor, siempre podrás tener mejor la voz para grabar, pero ya no será este momento, será otro. Y quizá no mejor.
Con esta filosofía del carpe diem le lié para que se grabase una canción esa misma noche. Posiblemente habría salido mejor con más ensayos, más tomas, más ecualización, pero no habría sido la grabación de esa noche, habría sido otra cosa….
Y aquí está, sin trampa ni cartón: Cielo y Tierra, un clásico de las profundidades de la cabeza de Agustín, no apto para quien le gusten las canciones sencillas sin recovecos. Grande.
Un abrazo,
Hare
PD1. He escrito dos entradas en una semana!
PD2. Sí, ya sé que tengo que comprar un trípode para la cámara…